El otro día cometí un error de principiante, olvidando el conocido refrán, dejé que la mañana de mi cumpleaños me sirviera café un camarero ruso más alto que yo. Por supuesto, enseguida enfermé de gripe y tuve que salir de la exposición perman
ente del Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernnidad (MuVIM) a refugiarme en casa con un montón de mantas y mucha fiebre.
Según el mismo dicho, el resfriado ruso de cumpleaños sólo se quita con un poema checo. Estuve investigando: era así. La buena noticia es que no tenía que ser de Seifert.
Enfebrecido recordé que desde pequeño me ha gustado mucho la literatura checa (con pocos años ya me rei con la adaptación del buen soldado Sjejk de Jaroslav Hašek!) me ha gustado mucho la novela checa (de Kafka a Kundera) y en general anduve enamorado del país (hoy república checa). A media tarde, con la manta en la cabeza y moqueando busqué fotos de la republica checa y algún poema checo por todos los rincones de casa.
Creo que si me gusta tanto lo checo es porque la resistencia de ese pequeño país en el centro de europa a la estupidez y al abuso se gestó desde la concepción más humilde (y por tanto más poderosa) de la cultura, en pequeños teatros, en pequeños conciertos de rock y jazz y... en la literatura (Milan Kundera, Bohumil Hrabal, los poetas Jaroslav Seifert, Vladímir Holan y muchos otros).
Llamé a Jaroslav, el hijo de un marchante de Brno que se arruinó con las ínfulas afectadas de un falso artista catalán. Yo siempre fui generoso con su padre y nada más aparcar el coche en la plaza principal de Uherské Hradiště le bajaba muchas botellas de vino de la ribera del Duero. Como siempre, la conversación apenas duró cinco minutos pero fue provechosa: Si uno se resfría por saltarse la regla del camarero ruso debe saber que hay nuevos fármacos: Květa Legátová, Michal Viewegh, Jáchym Topol, Antonín Bajaja, Miloš Urban, Petra Hůlová, Emil Hakl, Jan Balabán o Jiří Hájíček.
De todas formas, a los que nos gusta la senda Kafka-Hasek-Kundera-Habral nos da pena que a las librerías aún no hayan llegado los textos de Legátová o Balaban, Hájícek, Michal Viewegh, Jáchym Topol, Bajaja, Miloš Urban, Petra Hůlová, Emil Hakl.