martes, 17 de enero de 2023

Sonó otro invierno: Portrommet de Maridalen desde el faro de Alnes

Dejó escrito Paul Valéry que la facilidad de la lectura se ha convertido en una especie de regla en las letras desde el advenimiento del reino de la prisa y de las hojas impresas que cautivan inmediatamente o pretenden que suceda tal. Todo el mundo tiende a leer aquello que todo el mundo habría podido escribir y lo mismo sucede con la música, digo yo. Bornfor del trío de jazz noruego Maridalen (ahora escucho «Portrommet» en el faro de Alnes) o los seis temas de Feeding the machine de Binker and Moses con su raro vitalismo y el continuo aviso de la decepción han evitado que reuniera los primeros días de enero las fuerzas suficientes para volver a fumar (otro propósito felizmente incumplido). El invierno pasado sonó Dragon new warm mountain I believe in you el mejor disco de Big Thief, una banda de Brooklyn liderada por Adrianne Lenker que pronto me recomendó mi nueva tienda de discos de referencia.




Lo de Putin no tiene perdón pero soy demasiado sensible para cancelar el postpunk ruso y más allá de Human Tetris, Motorama o The Glass Beads me encanta la nueva ola siberiana de Ploho o Uvala el grupo de San Petersburgo con su dream-pop. En otra onda, me encantó Pompeii de Cate Le Bon y me pareció delicioso el título de The Weather Station How is it that I should look at the stars. Me ha emocionado la fuerza evocadora de Past Life Regression del grupo Papercuts, no solo por su capacidad para trasladarme a mi propia juventud sino porque corrobora mi idea de que el pasado tiene garantizado el futuro o que, más allá de los análisis de la formidable Retromanía de Simon Reynolds, el futuro ya pertenece al pasado. Un buen día de febrero me desperté con «good Morning (red)» la hermosa canción de caroline. Otro de mis preferidos, Destroyer, el grupo del canadiense Dan Bejar, sacó el pasado nuevo disco: Labyrinthitis.





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