miércoles, 21 de marzo de 2012

hablar con "nefando" y "alacena" o elegir una poesía

me invita un amigo (por ser hoy día de la poesía) a decir un poema preferido o que me guste especialmente ¡hay tantos y tan íntimos que esa ropa yo aqui no me la quito! le contesto por la red

orlando osorio me propuso, alternativamente, volver a hablar como el largo fin de semana aquel que pasamos en Jaén sólo con pleonasmos decimonónicos y palabras moribundas y usar éstas de forma cacofónica siempre que fuera posible. Así: "ese que lee a dostoievsky es otro joven rubicundo", "este o aquel hecho nefando", "vengo del orfebre", "epitalamio", "otro cadaver bajo el túmulo", "esa chica tiene un andar poco cristiano" o mejor ¡más mesmorización! y "la vi bajar de aquel bajel"
así lo hicimos y durante un tiempo fue como esforzarse por mantener con vida el cuerpo sin detalle de joe bonham a pesar de todo y sobre todo pese a él, algo que a mi manera de ver las cosas (notesé que aún tenía afectado el deje  fin de siècle) atentaba contra los más razonables principios eutanásicos y era desde el punto de vista social -incluso desde el punto de vista de la red social- algo arriesgado

dije, pues, finalmente que sí como salida si se me permitía, negocié,  abrir y cerrar pronto otro paréntesis. Este:

(por supuesto hay mucha bajeza en este mundo mucha mezquindad y mucha tontería, demasiada fealdad, una fealdad casi indecente, un ridículo flotante y un mal evanescente y por tanto inaprensible pero también se puede ver, si es que se quiere, en ciertas cosas mucha o un poco de poesía)

bueno, bueno, jesús... me responde haciendo como que limpia un trocito de cristal de la ventana, ojea un libro, mira el reloj y la punta de sus zapatos

en fin, termino por decirle que hace tiempo que suele acompañarme por las noches un verso del poeta de medellín juan manuel roca: "¿de manera que soy un trazo pintado con ceniza en el mapa del agua?" (que yo recordaba mal, y recitaba ya muy tarde tras la cena con amigos que dejaron de soportarme y de soportar el verso de juan manuel roca y que yo mezclaba sin ton ni son con fragmentos de El castillo en alemán puestos en difícil relación con versos de f. hölderlin y que también a menudo pensaba y recitaba ya sólo para mí bajo el agua de la ducha con el cuchicheo religioso y mántrico de e. e. cummings, una fórmula afín pero traicionada algo como "así que somos trazos de tiza entre las olas del tiempo" ¿por qué? no lo sé, me sucede con los poemas tipo es-tu-por-fren-te-a-la-fu-ga-ci-dad-del-ser que son muchos) y le digo también que últimamente me dibuja una sonrisa (no por ser bueno o menos malo sino como estupenda declaración de intenciones) este de dolan mor, poeta en aragón, nacido de cuba:

Arte poética

"No hables en tus poemas del ruiseñor
de Wilde, ni menciones amor, perfume, labio o rosa"
–me dice en los manuales Ariel Rivadeneira–
y yo evito poner en cada verso escrito
un ala,  algún jardín, la luna de Virgilio,
y hasta a veces me niego, sentado
en el alféizar, a mirar las heladas
del invierno en España, porque queman
las ramas de los árboles todos y la niebla
me invita a escribir con nostalgia
"y ese signo, nostalgia, –me dicen
los manuales– es señal del pasado,
y se debe escribir sin alma, con estilo,
igual que si torcieras el cuello
de una garza con desprecio en tus dedos".
"Habla de cibernética y de física cuántica,
menciona blog, pantalla, correos
electrónicos" –me aconsejan los críticos–.
Y yo sumo las cifras o despejo ecuaciones,
digo leyes, neones, sistemas invisibles
que arman genios, científicos.
También menciono genes, vídeos,
ordenadores, y hay instantes, incluso,
que hablo sin meditar y construyo asonantes
al decir aeropuertos, submarinos, aviones
y algún laboratorio (…), móviles, cines, clones.
Pero aunque logre versos posmodernos
siguiendo los consejos de sabios
que hablan de poesía como hablar
de la historia, de mercados, teoremas
que establecen los pliegues en las cuerdas
del tiempo, no he logrado escribir
el poema perfecto, e incluso
cuando leo alguna línea aislada
de Wilde entre las sábanas, y todos
mis maestros (con diplomas de masters
y perfil de doctores) se divierten
en bares o en los pubs de internet,
yo lloro como dama sin remedio
y me jode el viejo de Quevedo,
y me arriesgo, en la cama, a que digan
los críticos en los post o en revistas:
"¡qué anticuado y qué griego se volvió
Dolan Mor leyendo a los antiguos!,
si hasta le creció un día, encima
de las cejas, (en lugar de la gorra
ladeada sobre un piercing) un ramo
de laurel…
Pero logró dos cosas: pasar
imperceptible delante de los hombres,
como dijo Epicuro, y escribir con la espalda
inclinada en la hoja, sin cederle la mano
al influjo variable del tiempo y de las modas".


en la foto la pizarnik, poeta dolorida

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