sábado, 26 de mayo de 2012

aforismos en word VII (la selección flotsam)


(1) nota aclaratoria:


incluida en la siempre arriesgada sección "aforismos en word" (intermitente, irregular, prescindible espacio, falsa excepción en el cansino tono con espíritu, que no rostro, de narciso que define este egotista lugar-red afortunadamente poco transitado) la selección VII, también conocida como selección "flotsam", se caracteriza tanto por la forma inesperada (algunos han insinuado que traicionera) con que prorrumpe en el sexto aforismo el ya cansino prurito de hablar de sí mismo por parte del autor, como por la emergencia oceánica, tras el naufragio de otro día en la pradera holandesa, del iris propio del sujeto-objeto del usual pensamiento del bloguero, afinidad cromática de tal iris con el verdoso tono salsa pesto de cierta playa de la costa irlandesa transitada de forma fangosa, amorosa, nocturna, irresponsable tras una cena de pescado sin espinas, oscura pernocta en bed & breakfast, trasunto en irlanda de un modo de paterna, viento helado al otro lado de la isla, sexual accident, and so on


Orlando Osorio, adjunto de bloguería, Nijmegen, pradera holandesa, 2012

.................................................................................................................................................................



Mascullar del hombre de la limpieza: Se nota que son otros quienes friegan los restos de vuestros sueños

*
Nuestras vidas son los niños que van a nadar en el mar ¿pero son nuestras vidas los niños que van a nadar en el mar?
*
A menudo hablan de esa posibilidad, de estas inquietudes que en un momento de debilidad les compartimos como de un camino que hubieran transitado ya y luego desechado. Nos provocan así (no es posible saber si conscientemente) la frustración más demoledora
*
La naturaleza aún no ha reparado en la dignidad intrínseca del hombre: le quema, le sepulta, le ahoga, se lo come, le pica
*
En el amplio imaginario del poder, el glamour sólo es un apéndice grosero
*

Me gustan las calles empedradas, las farolas encendidas intempestivamente (de madrugada o a mediodía por descuido) las chicas cojas. Y si un día me siento agradecido, ostentosamente feliz o poco desdichado me miro a mí mismo con envidia y no me aguanto. Tampoco me soporto cuando he hablado demasiado. Es cierto que envidiamos sobre todo a los felices, pero a veces también… a los callados. No es menos cierto que ser feliz es, como hablar, sólo una facultad, en el mejor de los casos una posibilidad. Ser feliz no es divertirse y callarse, por supuesto, no es lo mismo que callar.


*
No ya no, sino ya nunca poder salir de viaje con los Bowles



aforismos en word (2), poemas con autorreverse, "selección flotsam", GARCÍA CÍVICO, Jesús , Valencia, 2012





playa irlandesa o playa salsa pesto, ver nota (1) (arriba)




(2) nota general (nota de la sección): aclaración, flexible-aforismo-prólogo o meta-aforismo (de los aforismos que se deshinchan):
leerá un improbable lector que aquí se dice “aforismos en word” y creo que debe darse una explicación ¿una justificación? Dejemos de entrada algo claro: que el aforismo sea en word no apunta nada bueno (el tipo de aforismo que acaso habrán leído aquí no presume de ser en word, qué va). Señala de éste en todo caso una falla, una merma, un menoscabo, el tono huidizo del texto al acabado (lo contrario del aforismo pensado de modo más ortodoxo): la imposibilidad de atrapar perfectamente y para siempre un pensamiento, un estado de ánimo. Aquí el aforismo acepta, quizás mejor confiesa, haber sido editado o procesado mecánicamente, como word o como suele decirse en “word”
el propio editor de textos, hospitalario como sabrá el lector y el usuario, a la continua revisión, a la sustracción, pero también a la adicción, al cambio en definitiva y hasta la nausea, es su fisura. Dicho de otra forma ¡por ahí pierde aire! ¿Qué aire? Su aire de aforismo. Es precisamente por ahí que pierde su aire de aforismo
Jesús García Cívico, Valencia, 2011


domingo, 20 de mayo de 2012

sendak: hermoso cuento sin moraleja


esta mañana de domingo holandés buscando en "hoy empieza todo" el programa de ángel carmona en rne radio 3, una antigua playlist sobre beach house versus cocteau twins y al gato flaubert por la ventana y entre los libros y por razones que no vienen al caso, buscando el libro sobre apogeo y fin de los estudios culturales de carlos reynoso, me he encontrado con que hace semanas murió Maurice Sendak



además de pensar (otra vez) que los nacidos en diciembre (decemberist o diciembristas) iremos siempre por detrás del mundo y de las cosas, que iremos como epimeteo comprendiendo tarde (cuando ya es tarde) el mundo y las cosas, además de pensar digo en el retardante significado de nacer en diciembre y en epimeteo, en el mundo y en las cosas y en el gran aliento que para nosotros (decemberist o diciembristas) supone tener la radio "a la carta", me ha dado pena y he pensado que lo de Sendak, que la muerte de Sendak, merece una entrada doble, aqui como "sendak: hermoso cuento sin moraleja" y allá en "la norma y la imagen" como "sendak: imprescindible imagen sin norma" lanormaylaimagen


Ilustración Sendak: Where the Wild Things Are, 1963

¿por qué? porque Maurice Sendak, un personaje fascinante, un escritor de la talla de Carroll, tuvo tres virtudes que aquí apreciamos mucho. En esa literatura a menudo descalificada como literatura “infantil", Sendak:
1) escribió para gustar a los niños y no para gustar a los adultos
2) trató a sus lectores como personas sensibles e inteligentes
y lo que resulta realmente impagable, una lección de Sendak que aún no han aprendido tantos críticos de Sendak y tantos adultos que no tienen ni idea, ni dicho sea al pasar, tienen gana alguna de saber quién es Sendak: en la imaginativa obra de Sendak y como sucede con la vida...
3) los cuentos no tienen moraleja


digna y poética versión para el cine where the wild things are, spike jonze, 2009

los cuentos sin moraleja o cuentos-sendak, la belleza de los cuentos sin moraleja que fascinan a los niños la conocí de niño cuando Joseph Conrad ("el confidente secreto") y Henry James ("otra vuelta de tuerca") asaltaron mi bibloteca infantil: fascinación por los relatos sin norma, sin enseñanza moral ni moraleja con los que, sin embargo, se conoce un poco mejor el mundo, las cosas y las personas que lo habitan 


de The New York Times, 8 de mayo de 2012 (edición digital)

"Maurice Sendak was widely considered the most important children’s book artist of the 20th century, whose works wrenched the picture book out of the safe, sanitized world of the nursery and plunged it into the dark, terrifying and hauntingly beautiful recesses of the human psyche. He died on May, 8, 20121, at the age of 83.
Roundly praised, intermittently censored and occasionally eaten, Mr. Sendak’s books were essential ingredients of childhood for the generation born after 1960 or thereabouts, and in turn for their children. He was known in particular for more than a dozen picture books he wrote and illustrated himself, most famously “Where the Wild Things Are,” which was simultaneously genre-breaking and career-making when it was published by Harper & Row in 1963.
Among the other titles he wrote and illustrated, all from Harper & Row, are “In the Night Kitchen” (1970) and “Outside Over There” (1981), which together with “Where the Wild Things Are” form a trilogy; “The Sign on Rosie’s Door” (1960); “Higglety Pigglety Pop!” (1967); and “The Nutshell Library” (1962), a boxed set of four tiny volumes comprising “Alligators All Around,” “Chicken Soup With Rice,” “One Was Johnny” and “Pierre.”
In book after book, Mr. Sendak upended the staid, centuries-old tradition of American children’s literature, in which young heroes and heroines were typically well scrubbed and even better behaved; nothing really bad ever happened for very long; and everything was tied up at the end in a neat, moralistic bow.
Mr. Sendak’s characters, by contrast, are headstrong, bossy, even obnoxious. (In “Pierre,” “I don’t care!” is the response of the small eponymous hero to absolutely everything.) His pictures are often unsettling. His plots are fraught with rupture: children are kidnapped, parents disappear, a dog lights out from her comfortable home.

Background: In 1963, a 34-year-old Mr. Sendak put together a small, handmade volume with which he had been struggling for eight years. Titled "Where the Wild Things Are" it used just 338 words and some occasionally disconcerting illustrations to tell the story of a boy named Max, who, sent to his room with no dinner, rebels by running away to a creature-infested island where he is named king of the beasts.
After a brief but exhausting adventure — “Let the wild rumpus start!” the book reads — Max returns to his bedroom, where he finds “his supper waiting for him.”
That much-honored book about childhood anger is the best-known work by Mr. Sendak, who had the gift of connecting with his childhood fears and pleasures in ways that made his most screwball concoctions feel perfectly plausible and universal.
He was a sickly child of protective parents, so fears tended to dominate. He was afraid of being kidnapped like the Lindbergh baby, who was taken from his parents in 1932, when Mr. Sendak was 4. He was scared by movies, by books, by the vacuum cleaner. He was afraid of his family, the Eastern European Jewish immigrants whom he transformed into the monsters in “Where the Wild Things Are.”
'‘I’m a typical ’30s kid,’' he said in a 1988 Times interview. '‘We had every disease. There was no penicillin, there were no sulfa drugs, and you almost died of any number of what now are considered trivial diseases. I have a memory of my childhood of often wondering about my mortality.’'
In the Sendak world, stories unfold like dreams, where images connect emotionally and serendipitously, not by the logic imposed by grown-ups when they are awake. In much of his work, beauty and sorrow walk hand in hand.
“That’s the tradition into which Sendak was born,” John Cech, author of “Angels and Wild Things: The Archetypal Poetics of Maurice Sendak,” and a professor of children’s literature at the University of Florida in Gainesville, told The Times in a 2005 interview. “His whole life’s work in some way is an attempt to understand and fathom the complexity of that heritage, with its almost unbearable legacy of loss.”
Mr. Sendak’s children’s books have often been greeted by controversy, specifically over their suitability for children. '‘Where the Wild Things Are’' was thought by some people to be too scary, and '‘In the Night Kitchen’' drew complaints because of its anatomically complete drawings.
His work became more melancholy as the Holocaust began emerging as a more powerful force — sometimes overtly, sometimes less so. The work gives children the power to conquer through art and ingenuity, reminding parents of the complicated responsibility that requires them to be hopeful but realistic about the terrible wild things out there.
He has written that what interests him most '‘is what children do at a particular moment in their lives where there are no rules, no laws, when emotionally they don’t know what is expected of them.’'
'‘Children make crucial decisions at that point,’' he said, '‘and it happens in the wink of an eye. It’s those crucial seconds when the mother and father can’t watch. This was so absolutely, beautifully, rendered for me when I was very young and I saw ‘The Wizard of Oz.’ There’s a scene that I think was a little bit St. Paul-on-the-road-to-Damascus for me. It was near the end of the movie, when Dorothy is imprisoned in the room with the Wicked Witch, and the witch takes the hourglass and turns it over and says: You see that? That’s how much longer you’ve got to be alive.
'‘And Dorothy says, I’m frightened, I’m frightened, and then the crystal ball shows Auntie Em, and Auntie Em is saying, Dorothy, Dorothy, where are you? and Dorothy hovers over it and says: I’m here in Oz, Auntie Em. I’m locked up in the witch’s castle. Don’t go away, I’m frightened. And I remember that when my sister took me I burst into tears. I knew just what it meant, which was that a mother and child can be in the same room and want to help each other, and they cannot. Even though they were face to face, the crystal ball separated them. Something separates people now and then. And I think it’s that moment that interests me, and compels me.’'




the decemberist: "the crane wife 3"


RNE Radio 3: Hoy empieza todo - Playlist: Maurice Sendak - 10/05/12

domingo, 13 de mayo de 2012

bajo "bajo el volcán"


Se me ocurrió traerme también una novela que había reservado para un tiempo especial, traer esa novela para tener algo con que evadirme en la noche de esta casa de invitados en caso de no poder conciliar el sueño. 

“En el sur, un inmenso arcángel, negro como trueno, se agitaba desde el Pacífico. Y sin embargo la tempestad contenía, a fin de cuentas, su propia alma secreta…                               
Su pasión por Ivonne (independientemente de que hubiera sido una buena actriz; él le había dicho la verdad al asegurarle que habría sido superior en cualquiera de sus propias películas) había evocado en su corazón, aunque de manera inexplicable, aquella primera vez en que solo, al atravesar las praderas de Saint Près –adormecida aldea francesa de remansos, canales y grises molinos abandonados en donde a la sazón se alojaba-, vio surgir lenta y maravillosamente con belleza infinita, por encima de los campos de rastrojo en los que abundaban las flores silvestres, surgir lentamente bajo los rayos de sol, al igual que siglos antes las habían visto erguirse los peregrinos que erraban por esos mismos campos, las flechas gemelas de la catedral de Chartres.”


Malcom Lowry, Bajo el volcán, (1947), trad. Raúl Ortiz y Ortiz, Barcelona Bruguera, 3º edición, 1984, p. 21.


"(...) No hay explicación para mi vida -no la había, por cierto, ni tampoco era esto lo que había querido expresar-. Por favor, que Yvonne logre aquello con lo que ha soñado... ¿soñado?... una nueva vida conmigo...permíteme creer, por favor que no todo es un abominable engaño de nosotros mismos... (...)
(...) la extraña verdad es que tenía otra curda. De hecho, había algo hermoso en los horrendos extremos de la condición en la que se encontraba ahora. Era una curda como la marejada de un océano inmenso y oscuro que finalmente se estrellaba contra un vapor a punto de naufragar, impelida por innumerables ventarrones a barlovento que desde hace mucho se habían extinguido. Y a todo esto no resultaba tan necesario librarse de la embriaguez cuanto despertar una vez más, cuanto despertar, tanto como para..."


Malcom Lowry, Bajo el volcán, (1947), trad. Raúl Ortiz y Ortiz, Barcelona Bruguera, 3º edición, 1984, p. 322, 327.



 ¿Y ahora, qué hago yo para dormir cuando no pueda dormir bajo la erupción trágica pero abusivamente hermosa de este libro, y me preguntó aún que hago yo con los resúmenes de working papers pendientes, con las fichas bibliográficas tan urgentes, con el enésimo proyecto por burocratizar y con el libro de sociología del derecho de Gregorio Robles que estaba tratando de resumir y de esquematizar para empezar a preparar el curso del año que viene, qué hago ahora con la ropa que había preparado para salir a correr por las tardes, qué hago con el mantel que tenía puesto para cenar?



M.. L. autor de la globetrotter "infierno", guia de viaje 
               

miércoles, 2 de mayo de 2012

agelastia



Photo: William Klein "Día del armisticio"
En Cours de Vincennes, celebración, el 11 de noviembre de 1968, del 50º Aniversario del armisticio entre Alemania y Francia

      "Mientras que los que afectan "gran seriedad" la ostentan por todas partes a su alrededor, el pastor Yorik, un personaje de Tristram Shandy, no ve en ello sino engaño, "Un manto que encubre la ignorancia o la sandez". La rebate cuando puede con comentarios "ingeniosos, llenos de humor". Esta "imprudente manera de mostrarse ingenioso" es peligrosa, "por cada diez chascarrillo se gana un centenar de enemigos", hasta tal punto que un día, ya sin ánimos de resistir a la venganza de los agelastos, "arroja la espada" y acaba muriendo "traspasado de dolor". Sí, así es como, mientras cuenta la historia de su Yorik, Laurence Sterne emplea la palabra "agelastos". Es el neologismo que creó Rabelais a partir del griego para designar a los que no saben reír. A Rabelais le horrorizaban los agelastos, por cuya culpa, según sus propias palabras, estuvo a punto "de no escribir ni jota". La historia de Yorik es un guiño fraternal que Sterne hace a través de los siglos a su maestro.

     Hay personas a quienes admiro por su inteligencia, a las que estimo por su honestidad, pero con quienes no me siento a gusto: censuro mis comentarios para no ser mal interpretado, para no parecer cínico, para no herirlas con una palabra demasiado atrevida. Ellas no viven en paz con lo cómico. No se lo reprocho: su agelastia está profundamente anclada en ellas y no lo pueden remediar. Pero yo tampoco puedo remediarlo y, aún sin odiarlas, las evito de lejos. No quiero acabar como el pastor Yorik.

     Todo concepto estético (y la agelastia lo es) plantea una problemática sin fin. A aquellos que antaño lanzaban contra Rabelais anatemas ideológicos (teológicos) los incitaba algo todavía más profundo: el desacuerdo visceral con lo no serio; la indignación contra el escándalo de una risa desplazada:. Si los agelastos tienden a ver en toda broma un sacrilegio es porque, en efecto, toda broma es un sacrilegio. Hay una incompatibilidad irremediable enre lo cómico y lo sagrado, y sólo nos queda preguntarnos dónde empieza y dónde acaba lo sagrado. ¿Estará confinado sólo en el templo o, al extender más allá su dominio, también hace suyos los llamados grandes valores laicos, la maternidad, el amor, el patrotismo, la dignidad humana? Aquellos para quienes la vida es, por entero, sin restricciones, sagrada reaccionan ante cualquier broma con irritación, encubierta o no, porque en toda broma aparece lo cómico, que, en sí, es un ultraje al carácter sagrado de la vida.

     No se entenderá lo cómico sin entender a los agelastos. Su existencia otorga a lo cómico su plena dimensión, lo señala como un desafío, un riesgo, revela su esencia dramática"

Kundera, M., El telón, trad, Beatriz de Moura, Barcelona, Tusquets, 2010, pp. 131-133

Photo: Milan Kundera
Pues, por aquí de regreso a España, siempre a mediodía, siempre con viento, sorteando los escupitajos que medio país lanza al otro medio, una tierra cainita, mezquina y miserable donde las víctimas escupen a las víctimas y todos fuman muy nerviosos negando sin mirar a los ojos que volverían a matarse a mordiscos si pudieran, salvándome la tarde una visita a la red, un comentario naïf sobre alf ross, un tema poco facebook, descubrir en el estante un librito de gombrowicz por leer, una página marcada de kundera, si respondo a la pregunta, ¿dónde? pues en los nuevos lindes de un templo enorme, sobre un terreno antiguamente rústico, hoy, por supuesto, ya recalificado. ¿A qué viene todo esto? Cansado por el viaje y seguramente por ello de un humor peor del que hubiera sido capaz de reconocer, se me ocurre provocar con lo de los escupitajos de medio país contra el otro por la red dibujando la imagen de un experto (en realidad de un técnico) en derecho laboral como otro herido en romería, código sobre el hombro, gesto atroz de semana santa marinera y un señor muy serio me ha llamado "equidistante", "cretino contumaz" y luego "idiota", me consuela que quizás para el pastor Yorik todo esto pudiera haber principado en algo ligeramente cómico, ligeramente gracioso.

Photo: Frank Horvat "La Brasserie Lip en 1969"