"Nunca sabremos si fracasamos en el intento de retener en la memoria alguna cosa.
Algo que uno a lo largo de los años ha considerado fatalmente importante, según cree recordar".
Algo que uno a lo largo de los años ha considerado fatalmente importante, según cree recordar".
GARCÍA CÍVICO, Jesús, Aforismos en Word, poemas con auto-reverse, El pedal de Cospedal (Ed.), Massarrojos, Massachusetts, 2013.
En El extraño caso de Jekyll y el doctor Hyde, texto apócrifo de Stevenson (una inversión, una farsa, un bulo) el abogado Utterson, un personaje realmente odioso, relata una versión anómala de los hechos: un brebaje tomado al azar en un tugurio transforma a Jekyll, cabrón borracho, bribón, libertino y lujurioso, en un respetable doctor.
Al principio los efectos duran poco y los amigos de Jekyll se ríen atribuyendo los repentinos modales victorianos del beodo a su conocida proclividad a la farsa y al teatro. El brebaje le lleva a una sólida curda de convenciones sociales. En la resaca regresa a la canalla. La poción le permite a revertir cada noche los resultados hasta que la afectación, el fariseísmo de Hyde (le ha dado ahora por llamarse así) y su extraña habilidad por soltar simplezas empiezan a dar resultados. El viejo borracho cada vez más doctor se labra nuevas amistades que impulsan un rápido ascenso social.
Se da sí, otra vez, una dualidad. Con un ojo puesto en los lugares comunes y otro en la taberna Jekyll/Hyde cada vez más doctor intenta aumentar la dosis del bebedizo. Su cerebro se anida con serpientes. Ojos amarillos, excitación, lubricidad, decepción: ya no es posible.
Oposita. Se recluye, se esconde Hyde. Los viejos amigos de la taberna le echan en cara que no salga de su casa, que apenas acuda al bar, harto Hyde prohibe al mayordomo que vuelva a recibirles. Los borrachos le insultan, le llaman “falso” por la calle, imitan su andar de señorito, sus modales de doctor bien (definitivamente Hyde, el doctor Hyde, está cada vez más doctor). Amenazan los golfos, turba de after, con revelar a la alta sociedad sus antiguos crímenes, sus viejas obscenidades.
Una noche significativamente oscura el doctor Hyde invita al jefe de policía a un coñac selecto (él ha dejado de beber) y le susurra algo al oído mientras deposita un fajo de billetes en su bandolera. Antes del amanecer una redada mete en un furgón a los antiguos amigos de Jekyll. Observa la chimenea Hyde. Viento cálido sobre el río, sombras sin luna.
Refiere el abogado Utterson con desagradable apego al detalle un desenlace horrible. Describe este personaje realmente odioso con sospechosa ambigüedad moral cómo al final cantó hasta el más valiente, cuenta que hubo de aplicarse bien con las tenazas para retorcer las diminutas uñas del más chiquillo, que lloró éste antes de morir, que entre aullidos acabaron delatándose los unos a los otros y que no quedó ningún antiguo crimen de Jekyll por adjudicar a un inocente, ni ningún viejo conocido del antiguo monstruo, ahora serio, respetable, calificado doctor cuyo cuerpo verde y ensortijado no apareciera flotando sobre las turbias aguas del Támesis.
GARCÍA CÍVICO, Jesús, "Dr. Hyde" en Una casa holandesa: micro-textos y nanorelatos, Editorial Pre-flexos, Valencia, 2012.
GARCÍA CÍVICO, Jesús, "Dr. Hyde" en Una casa holandesa: micro-textos y nanorelatos, Editorial Pre-flexos, Valencia, 2012.
Photo: Cronemberg, David. |
Buenas noches Jesús, mira por donde que sigo dándole vueltas a nuestra conversación matutina, doble moral, ¿realmente están los monstruos debajo de la cama?¿Quizá están arriba? Tapados, calentitos, soñando y pensando lo buenos que son y lo bien que lo harán al día siguiente cuando pillen al malo malísimo, quizá en tugurio, pero temiendo que no salga de debajo de la cama el malvado.
ResponderEliminarReleyendo la entrada y puestos a comentar de doble moral, escuché en una canción de Ismael Serrano (creo que te encantaría, sobre todo los primeros discos) dice que los peores bares, a las peores horas, están llenas de la mejor gente.
Me ha encantado charlar contigo, mientras voy a seguir dándole vueltas en mi desvelo.
Un saludo
Hola Salva, gracias por tu comentario y perdona que me haya retrasado en verlo y poder contestar. Lo hago desde Colombia donde tenía trabajo estos días en un curso.
ResponderEliminarMe ha alegrado poder charlar contigo y coincidir en que es insoportable ese cinismo de los poderosos. Es cierto que la vileza del pobre se puede explicar pero la del poderoso sólo se la explica él mismo, imaginamos que para poder dormir bien, acaso sólo para poder dormir.
Un desvelo, en todo caso, distinto al tuyo. Gracias de nuevo. Un abrazo. Jesús